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Juan Antonio González. El cambio en las empresas para mantenerse rentables y competitivas: equilibrio dinámico

Juan Antonio González, consultor en Gestión Industrial, Innovación, Estrategia, Operaciones y Proyectos Beeca, nos habla hoy del equilibrio empresarial y de los esfuerzos a los que puede estar sometida una compañía. Esfuerzos que comienzan con una pequeña vibración que acaba transformándose en una dificultad realmente importante y comprometedora para la misma y que se solucionan con equilibrio.

A lo largo de mis años de experiencia me he encontrado numerosas situaciones donde he puesto en práctica la gran mayoría de los conocimientos adquiridos en mi etapa de formación. Bien de forma directa, para resolver problemas de aplicación (gestión de proyectos, cálculos estructurales y de componentes, análisis matemático, organización de la producción…), o bien de forma indirecta, para contextualizar situaciones complejas que requerían de ejemplos y modelos teóricos para disponer de un punto de partida. En este proceso he aplicado muchas veces conceptos elementales que por sí solos resultan de gran valor. Uno de ellos, aprendido gracias a un profesor de estructuras muy brillante, es el equilibrio dinámico.

De forma general tendemos a pensar que una situación de equilibrio es estática: las fuerzas que mantienen la tensión o bien no existen o no cambian. Esto es, en la práctica, imposible. Las empresas se encuentran sometidas a un equilibrio dinámico con fuerzas cambiantes a su alrededor: innovaciones, competidores, productos y servicios sustitutivos, problemas internos, leyes, etc.

Esto requiere entender a la empresa y su tamaño. No se trata sólo de facturación o de costes operativos, es cuestión también de la cultura de la organización, su capacidad de innovación, sus modelos de gestión, su conocimiento interno, etc. Este tamaño determina las fuerzas que puedan afectar a nuestras organizaciones y cómo esas fuerzas se van a encontrar, por puros principios físicos, con una reacción de orden equivalente. Estos principios rigen la actividad empresarial independientemente del tamaño desde las PYMEs a las multinacionales.

Una empresa que se encuentra sometida a estos esfuerzos vibra. Esa vibración es la respuesta de la organización y son las decisiones operativas: la priorización de los proyectos, recursos, inversiones… Cuando estos esfuerzos son muy intensos o frecuentes la empresa necesita cambiar. Se evita así que esta tensión provoque daños mayores.

Estos procesos de cambio suelen resultar complejos para las organizaciones, que de forma natural y potenciado por el trabajo de su equipo de toma de decisiones y la fuerza aportada por el equipo operativo ha encontrado vías óptimas para seguir mejorando. Vías vinculadas a esa vibración de la gestión operativa diaria. En este contexto el apoyo externo resulta fundamental para aportar una visión de 360 grados que permita a las empresas y sus directivos identificar y priorizar cuáles son y de qué tamaño las fuerzas que van a provocar cambios en la organización y conseguir una respuesta desde la organización, contando con apoyo externo, que permita adaptarse de forma sostenida en el tiempo y con la menor dificultad posible.

En el enfoque más purista en términos de aporte de valor, mientas la empresa se tiene que concentrar en aportar valor a sus partes interesadas (clientes, inversores, trabajadores, sociedad…), también ha de apoyarse en actores externos cuyo valor sea precisamente ayudar a las empresas a mejorar. Esta función es desempeñada por consultores especialistas que tenemos que responder en tres grandes áreas: cómo transformar la cultura de la organización, cómo acelerar el desarrollo del conocimiento interno y qué herramientas necesita la empresa de entre las que tiene disponibles o puede adquirir.

La obligación de llevar estos cambios a cabo viene determinada por la necesidad de no ser menos competitivos y rentables que nuestros rivales en cualquier parte del mundo. Los competidores pueden ser más digitales, pueden encontrar más y mejores oportunidades de negocio, disponer de más tecnología a su servicio, contar con mejores culturas empresariales o mejores procesos de gestión. Mantener a la empresa rentable y competitiva requiere ser mejor que ellos en alguno o todos de estos aspectos.

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