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Miguel Ángel López: ¿Sueñan los androides con jueces eléctricos?

Miguel Ángel López Roldán.
Abogado en  Daelex.
Programa Executive International Chamber of Commerce.

Si alguna vez has pensado si un robot podría sustituirte en tu trabajo, puedes consultar en la web willrobotstakemyjob.com el porcentaje de probabilidad de que esto ocurra.

En el ámbito del Derecho disponemos ya de programas que estudian las resoluciones judiciales analizando los patrones de sentencias anteriores sobre situaciones similares que conducen a resultados casi idénticos. En román paladino, nos predicen el posible resultado de la sentencia con una eficacia aproximada del 79%.

Pero hemos llegado aún más lejos. En Argentina han desarrollado y exportado a otros países un avanzado ejemplo de Inteligencia Artificial denominado Prometea. Se trata de un algoritmo que imparte justicia (o tempora o mores). Su funcionamiento es el siguiente: se le incorporan resoluciones de un órgano judicial determinado y, ante un criterio uniforme en una materia determinada, teniendo las respuestas a cuestiones concretas que se formulan al justiciable, se puede concluir si estamos ante un supuesto tipo encuadrado en este criterio uniforme, obteniendo de manera rápida una resolución similar a la que se obtendría de un juez humano tras un largo procedimiento. Es decir, Prometea aprende de las sentencias anteriores en casos similares para emitir una en un caso actual.

Realmente no estamos ante un juez virtual sino ante una herramienta útil que permite ahorrar tiempo y recursos a los propios jueces y demás intervinientes en el proceso, acortando la duración de los procedimientos y permitiendo incluso evitar pleitos, porque ante la certeza de la previsible solución que se alcanzará posiblemente se eviten pleitos (mejor negociar que perder, ahorrando costes y recursos a la administración de Justicia).

La combinación de algoritmos que analizan resoluciones también resulta de utilidad para los Third Party Funding (TPF) que financian arbitrajes. Se trata de que inversores facilitan medios económicos a las partes para actuar en un procedimiento arbitral, pudiendo incluso adquirir el derecho de la parte para subrogarse en su posición. Esta decisión, como todas las inversiones realizadas con criterios objetivos, precisa de la información que le permita anticipar el resultado previsible de la controversia para decidir sobre su participación en el mismo financiando a una de las partes a cambio de un porcentaje del resultado que se obtenga. Si el laudo es negativo, el TPF pierde su inversión.

¿Veremos en un futuro próximo a la inteligencia artificial impartiendo justicia de manera generalizada? Hoy en día resulta difícil creer que vaya a ser así. Los detractores de esta posibilidad argumentan que las emociones son causa de motivación e influencian la forma de procesar la información que se recibe de las partes. Además, en procedimientos de cuantía elevada deberían adoptarse las medidas necesarias para que reducir al máximo que un eventual juez o árbitro automatizado pudiera ser alterado o manipulado por hackers para obtener una resolución favorable. Pero lo cierto es que el riesgo de manipulación del órgano judicial o arbitral también existe con el ser humano (caso Lava Jato, por ejemplo) y resistirse a los avances de la tecnología y la Inteligencia Artificial solo sirve para retrasar lo inevitable.

Por cierto, para willrobotstakemyjob.com el porcentaje de probabilidad de que los robots sustituyan a un juez es del 40%.

 

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