Influyentes Cantabria

Javier Peláez, AXPE Consulting IT: Volver

Javier Peláez Guerrero es Director de Talento, Comunicación interna y Desarrollo de Personas de Holding AXPE Consulting IT. Conferenciante y Docente Universitario. Y un habitual de Influyentes que regresa a la publicación también en formato podcast.

Me encanta este verbo. Es increíble como con tan solo seis letras el ser humano puede sintetizar de manera sublime los sentimientos que acumula en su interior. Es algo así como decir que nunca me fui, que siempre estuve ahí. Pero como todos en algún momento de nuestra vida, quise darle un descanso a mi cabecita loca para que se ocupara y preocupara de otras cosas.

Estúpido de mi, no puedo vivir sin ello. Pero ya estoy de vuelta, en mi hábitat, donde me siento “yo” por completo, en un entorno en el que doy rienda suelta a mi ser más creativo, para hablar de mi auténtica pasión… las PERSONAS.

Soy de esos individuos que se ven reflejados en la sempiterna frase de “haz lo que amas y no tendrás que trabajar ni un solo día más en tu vida”. Y sí, me siento un verdadero afortunado. Pero en fin, no nos perdamos, que yo venía a hablarles de otra cosa.

Hoy comienzo una serie de artículos y podcast que me ocuparán en los próximos meses mis tardes de domingo, o de un lunes de enero a última hora como es el caso, cuando son las 20:19  de una tarde congelada en Madrid, para compartir con ustedes mi visión acumulada durante estos veinte años de profesión sobre la gestión de personas, el desarrollo humano, el mercado laboral y lo que estamos haciendo con él, del futuro del trabajo, de nuestros jóvenes y de sus perspectivas laborales… y de TALENTO, mucho talento, el gran reto universal, tema con el cual he decidido comenzar.

Y lo haré con su permiso. Siempre desde el respeto, y desde la humilde visión de un servidor que podrá, o no, ser compartida por ustedes como lectores de mis artículos u oyentes de mis audios, pero que en todo caso, es la mía, mi opinión sobre estos aspectos que nos preocupan, y mucho.

Dogmas, mitos y leyendas sobre el Talento Humano

Ayyy el TALENTO, que les digo que no se haya dicho ya.

De todo lo que se ha venido comentando por expertos, gurús, directivos, escritores y falsos poetas, considero que hay verdades absolutas que si me gustaría destacar para que puedan quedar grabadas a fuego desde ya mismo y poder acudir con ello ante notario para dar fe, si fuera preciso. Porque sin duda, se trata de dogmas consolidados y no negociaré sobre ellos. Lo lamento.

Y por otro lado, existen algunas otras opiniones que a mi parecer forman parte de esos “mitos y leyendas”, esas zonas grises que toda teoría arrastra consigo.

Porqué dentro de este terreno “pantanoso” se encuentra la manida duda que siempre sale a colación:

 Pero ¿El talento es innato o se puede desarrollar?

A caso todos pensamos en un Messi de la vida, en un Stephen Hawking, o en un Pablo Picasso al hablar de referentes del talento, pero ¿Y el resto de mortales? ¿A caso tenemos nuestro espacio para poder desarrollarnos como personas talentosas?

Y mi respuesta en este punto siempre es la misma: todos podemos y debemos trabajar nuestras capacidades, nuestras aptitudes, y sobre todo nuestra forma de afrontar la vida, y durante este laborioso y comprometido camino, estaremos en condiciones de convertirnos en personas con TALENTO.

Primera duda resuelta, el talento es innato pero también se trabaja y desarrolla. Por supuesto.

Pero dejemos a un lado esas zonas grises, sobre las que se pueden poner toda clase de matices que uno estime, para afrontar los que para mi son dogmas innegociables, verdades absolutas que en todos estos años he podido corroborar ahí fuera.

 Primer Dogma

El Talento es ESCASO.

Ya, sé muy bien lo que están pensando. No he descubierto América, eso ya lo sabían. Pero estarán conmigo que existen verdades absolutas que a base de repetirse se desvirtúan y banalizan, perdiendo su valor.

Pues en este caso créanme que no debiéramos caer en esa tentación. Las personas con talento, el talento necesario para aportar un valor añadido a una Compañía X en la posición Y para el Proyecto Z, es realmente escaso.

Porque si realizásemos un ejercicio academicista y ortodoxo de lo que realmente significa este preciado vocablo, quizá no pareciera a primera vista algo tan difícil de alcanzar, de obtener, de encontrar.

Pero sinceramente, si nos atenemos simplemente a la definición más purista y definimos talento como ese conjunto de competencias profesionales, habilidades adquiridas durante años, a toda la experiencia acumulada sobre un determinado sector o desempeño que me ha hecho adquirir un bagaje, y en definitiva la suma de todas las capacidades que a uno le definen en su aptitud para un determinado desempeño, y  a todo ello lo dejásemos huérfano de su esencia, este presumible talento se desvanecería como azucarillo en un vaso de agua.

Pero y entonces ¿Cuál es la esencia de las personas talentosas?

Miren, estamos acostumbrados – ustedes también, piensen un poco y seguro que se les ocurren nombres de gente cercana – a rodearnos de multitud de personas con ciertas dotes innatas, o que quizás acostumbren a tener unas ideas brillantes, con unos conocimientos que deslumbran y dejan atónito a quien les conoce, pero que jamás intentaron, nunca arriesgaron, y a quienes la motivación, actitud y carácter no suelen acompañar semejante demostración de capacidades.

Estas personas, aunque lo parezcan, no son talentosas. Les falta lo más importante que una persona puede brindar a la sociedad y regalarse a sí mismo: LA ACTITUD. Supone el verdadero rasgo diferencial, ese comportamiento que emplea un individuo frente a la vida. Esa forma de ser o el comportamiento de actuar en la sociedad, ante un trabajo o proyecto, en la vida en general.

Esta cierta forma de carácter, este compromiso de ACCIÓN, es lo que determina y pone en valor el resto de aspectos. Daniel Goleman, en su reputada obra la “Inteligencia Emocional”, situaba en un lugar privilegiado esta forma de compromiso con la acción que uno mismo adquiere, y lo catalogaba como uno de los cinco factores que una persona con inteligencia emocional plena debería de tener: la AUTOMOTIVACIÓN, las ganas de hacer, el compromiso de actuar, sin que nada me obligue, sin que nadie me premie por ello. Simplemente hacerlo por motivaciones intrínsecas, que me permitan llevar a cabo todo lo que me proponga, con más o menos éxito en el resultado final, pero hacer.

Y es precisamente en este punto por donde empezamos a encontrar dificultades en la selección natural del mercado de trabajo, en cualquier sector de actividad que ustedes se puedan plantear, cuando los profesionales de reclutamiento y los responsables de empresas, nos disponemos a abordar la extenuante búsqueda de profesionales de tal o cual especialidad, con una determinada experiencia o formación.

Porque sin acción, sin actitud, sin compromiso, todo lo que podamos encontrar en los candidatos pierde todo su sentido.

 Segundo dogma

Somos muchos a buscar personas con COMPROMISO

Por todo lo comentado, hay otra verdad absoluta en esto de la guerra por el talento, que subyace a la realidad de su escasez manifiesta, y es que somos muchos buscando ese oro molido, ese unicornio que brille como ningún otro.

La búsqueda del talento humano ha resultado ser una de las piedras angulares en cualquier estrategia organizacional que se precie a nivel mundial. Y en determinados sectores, como el tecnológico, telecomunicaciones o sanitario, la lucha es a cuchillo. Identificar talento y posteriormente reclutarle se ha convertido en el objetivo número uno para muchas Compañías de todos los sectores, sin el cual, verán limitado su crecimiento y su competitividad a corto y medio plazo se verá fuertemente comprometida.

Por ello, cada vez se invierte más tiempo y recursos en mejorar y desarrollar los medios y las técnicas necesarias para atraer, y posteriormente fidelizar, a los profesionales que permitan a las organizaciones convertirse en más competitiva y rentables, que puedan aportar un valor añadido con su desempeño y contribuyan con su buen hacer a llevar a la empresa a otro nivel.

Redes sociales profesionales como Linkedin y sus soluciones de reclutamiento y de talento, que permiten segmentar de manera precisa a candidatos para poder dirigirse a ellos con intervenciones “quirúrgicas”, o estrategias basadas en acciones de employer branding, endomarketing o de inbound recruiting de las que ya tuve la ocasión de hablar en un artículo pasado, se han convertido en imprescindibles para captar el talento escaso necesario y fidelizarle.

 Tercer dogma

La lucha por el Talento y su impacto en el seno de la Organización

Y es que en la gestión de personas hay una máxima que se repite siempre, con ciertos ratios que oscilan porcentualmente por encima o por debajo, pero que en todo caso son un copia y pega que puede explicar la situación actual en el seno de una organización.

Toda organización está compuesta por un porcentaje x de personas talentosas, por lo tanto, comprometidas, capaces, con iniciativa, automotivas y con actitud positiva. En definitiva, todos luchamos para que ese porcentaje de personas con talento sea el más numeroso posible, se multiplique y de consolide.

Lamentablemente, hay otra “franja” de colaboradores que son o eran ya tóxicos, improductivo y negativos, cuyo compromiso hace mucho tiempo (o quizá nunca lo estuvo) se desalineó con el propósito de Compañía. Quizá porque el mundo les hizo así, o también por nuestra nefasta gestión en el desarrollo de las políticas de talento.

Pero lo que realmente resulta preocupante para cualquier organización es la “población” de colaboradores que forman parte de otra peligrosa comunidad, la “zombificada”, es decir, trabajadores que acuden religiosamente a su puesto de trabajo, y asumen su rol sin más interés que el de esperar que nuevamente puedan salir de allí de la misma forma que entraron, sin pena ni gloria. Ni aporte de valor, ni compromiso ni sentimiento de ninguna pertenencia, salvo a la de afianzarse a su contrato sin levantar sospechas.

Este es sin duda el mayor de los riesgos que una empresa puede asumir, que su población zombificada crezca sin parar, convirtiendo la parálisis organizativa y la mediocridad en el desempeño en su forma de vida, y todo ello por no trabajar aspectos fundamentales como el compromiso, el desarrollo y todas las políticas de fidelización de talento que hoy en día resultan fundamentales para cualquier empresa.

 Cuarto dogma

La importancia de regar y dar cariño a nuestro Talento

Por ello, resulta esencial no solo identificar el talento, ir a buscarle y atraerle a nuestro seno, sino que más importante que todo ello es fidelizarle y desarrollarle, como si de una preciosa y frágil planta doméstica se tratase, para que no desfallezca y finalmente muera, o lo que es peor, mi vecino de enfrente logre arrebatármelo de mi propio patio, sin poder remediarlo… con todo lo que me costó conseguirlo.

Los planes de carrera a medida,  las políticas basadas en salarios competitivos y retadores buscando un sano equilibrio e incorporando en la estrategias de compañía paquetes con retribuciones variables; ofrecer un salario emocional atractivo con conciliaciones de vida familia y laboral, acompañado por beneficios sociales de alto impacto; diseñar planes formativos atractivos y con sentido en los cuales se programen acciones formativas en upskilling y reskilling personalizadas, y todas las políticas que directa e indirectamente tienen que ver con la satisfacción de ese cliente interno,  nuestro talento, que siempre será el más importante que una empresa tiene, resultarán claves en este objetivo de fidelizar cuando ya he logrado a duras penas incorporar a mi Compañía.

Quinto y último dogma

Prepárate para la despedida

El reto más importante para la Organización moderna a nivel global en nuestros tiempos está servido. Todo plan de acción que se dirija a identificar, incorporar, desarrollar y fidelizar TALENTO se habrá convertido en la piedra angular de cualquier estrategia a nivel mundial.

Pero ojo, aun así, por mucho esfuerzo que las organizaciones pongan en este empeño, por muchas estrategias que desplieguen, dedicación y cariño aportado a sus personas como animales de pelo que todos somos y que todos sin excepción agradecemos, se nos van a ir, nos van a dejar por otro en algún momento.

Es ley de vida. Y créanme, nada podremos hacer para evitarlo… que se lo pregunten a Messi y a su club de toda la vida.

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