Itziar García Sagarzaz, directora de comunicación y relaciones institucionales de BlaBlaCar España y Portugal, tiene claro que el valor que aporta la diversidad para llegar a lo más alto como sociedad y para el desarrollo de nuevos modelos de negocio. No se trata de cuotas sino de naturalizar la diversidad como algo que nos enriquece a todos y hoy te lo cuenta en nuestra sección Mujer
Hace unos años me invitaron a un evento como ponente para hablar de movilidad y tecnología. Unos minutos antes de que empezara el evento, el organizador, orgulloso, me dijo: “¿Sabes? Te hemos encontrado por YouTube porque estábamos buscando cumplir el cupo y nos gustaste”. Sonrió, quizá esperando un “qué bien”, pero yo me quedé con los ojos muy abiertos y la boca muy cerrada y me fui a ocupar mi asiento en el escenario. Éramos 4 ponentes y un moderador. Todos hombres menos yo.
Si lee esto la persona que me lo dijo, no le sorprenderá que me doliera su comentario. En la cena posterior al evento se lo dije. Sin grandes teorías, sólo un: “oye, con la misma naturalidad con la que me has dicho que conmigo buscabais cumplir el cupo, sólo decirte que ese comentario me ha puesto muy triste”.
Me muevo en dos sectores en los que las mujeres tenemos una realidad completamente diferente: el de la comunicación y el de la tecnología. En el de la comunicación las mujeres somos mayoría indiscutible en las “zonas abiertas” de trabajo y no siempre en los despachos. En el tecnológico somos minoría, pero la proporción se mantiene mucho más en las “altas esferas”. Está claro que hay diferencias significativas en el número de mujeres que accedemos a carreras humanísticas y a carreras STEM. También está claro que eso cambiará.
No tener en cuenta el valor incalculable que aporta la diversidad significa, para mi, no querer llegar a lo más alto como sociedad. El “si algo funciona, no lo cambies” supondría no avanzar nunca si nuestros estándares de “funcionamiento” no son altos. Si queremos aspirar a mejorar, no sólo como sociedad, sino en los resultados de nuestras empresas, la diversidad en todos los ámbitos es imprescindible.
Para muestra, nuestro botón. Si queremos seguir haciendo homogéneo y masificar el uso del coche compartido no podemos centrarnos en una única parte de la sociedad. Y si queremos entender a una sociedad en su conjunto necesitamos diversidad en nuestros equipos (y en nuestros puestos directivos) para poder responder, sin sesgos, a las aspiraciones, inquietudes y necesidades de nuestros usuarios. Así nació, por ejemplo, la opción de viajar sólo con mujeres. Utilizada por menos del 1% de nuestros usuarios, pero una buena puerta de acceso para aquellas usuarias que quieran probar por primera vez la plataforma (de hecho, suele utilizarse sólo la primera vez y la mayoría luego eliminan esa opción de sus preferencias de viaje). “Nunca se conoce realmente a alguien hasta que no has calzado sus zapatos y caminado con ellos durante un tiempo”, dijo Harper Lee en voz de Atticus Finch en “Matar a un ruiseñor”.
Yo empecé tarde en el sector de la comunicación. Trabajé muchos años en el mundo de los seguros hasta que descubrí que no era lo mío. Por eso hice una segunda carrera, un segundo máster, y empecé a trabajar en una agencia que, para mi, es, sin duda, donde más se aprende. Algo así como “la mili” de la comunicación. Cuando llegué a BlaBlaCar, después de pasar por otras agencias, descubrí otra forma de ver una misma realidad, la del Dircom. La persona que más información debe tener de una empresa y más información debe tener a su vez del exterior. Sólo así se pueden calibrar a la perfección públicos, mensajes, objetivos… Un trabajo, francamente, precioso.
Pero, como diría el tío Ben de Spiderman, “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Por señalar dos; la primera: la de llegar a ser esa persona con toda la información posible del interior y del exterior. No es fácil. Poner en valor internamente nuestra aportación, cuando muchas veces es incuantificable, exige una confianza que sólo podemos ganarnos con sentido común, un gran trabajo y mucho esfuerzo en nuestro día a día. Lo de estar perfectamente conectados con el exterior requiere también de estrategia, pero diría que incluso más de devoción por la actualidad, algo intrínseco a nuestra vocación.
Y la segunda: no limitarnos a lo que conocemos, aunque funcione. Con planes de contingencia, con cálculos, con medidas de seguridad… pero innovar forma parte de nuestra responsabilidad, y hay grandes ejemplos de dircoms en España que están haciendo esto a la perfección. Incluso innovar para equivocarnos nos hace aprender. Y volviendo a lo de antes… innovar apostando por la diversidad nunca ha sido un error, y nunca lo será, si la voluntad de prosperar y enriquecer a nuestra empresa y a nuestra sociedad es sincera. Nuestro objetivo, también como dircoms, no debe ser alcanzar las cuotas. Debe ser superar este periodo, contemplarlas como herramientas concretas que nos hacen salir de los círculos y entornos a los que acudimos por costumbre, y alcanzar el objetivo real: naturalizar la diversidad no como una imposición, sino como algo que nos hace mejorar absolutamente a todos.