Alejandro Paadín. Gastronomía, la mejor aliada para el turismo en España

España ha sido declarada como el país más saludable del mundo por la lista Bloomberg Healthiest Country Index y como el tercer país con la mejor dieta del mundo por la prestigiosa revista médica The Lancet. En las más prestigiosas guías y listados los restaurantes españoles arrasan en los primeros puestos. Un informe elaborado por la consultora KPMG demuestra que el conjunto de la gastronomía mueve 388.000 millones de euros al año, un tercio del PIB, y sostiene el 18% del empleo nacional. Un 15% de los turistas que visitan España lo hacen por su cocina y gastan un 20% más que el visitante medio. Para hablarnos de la gastronomía como aliada del turismo en España hoy firma en Influyentes el CEO de Paadín Eventos, Alejandro Paadín.

El actual modelo turístico comenzó a desarrollarse a la par que las clases medias tras la revolución industrial del siglo XVIII. Durante ese siglo y los venideros, empezaron a acotarse las jornadas laborales, a establecerse descansos retribuidos y a manifestarse una mayor permeabilidad entre los estratos sociales.

El tiempo libre, la monótona rutina laboral, así como una mayor independencia económica, fueron el caldo de cultivo para el desarrollo del turismo. Si bien originalmente el objetivo era desconectar y buscar espacios de libertad alternativos ante la crudeza de un trabajo y condiciones sociales asfixiantes, el viajar empezó a convertirse en una nueva forma de aprendizaje y de expresión cultural, como la lectura o el arte.

Este proceso que comenzó en Europa, se fue extendiendo conforme las sociedades de todo el mundo desarrollaron sus propias clases medias. A día de hoy, y a pesar de la reciente pandemia, el mundo está más conectado que nunca. Dentro de las motivaciones que incitan a una persona a viajar y descubrir mundo, sin duda el contraste cultural es una de las más relevantes: cuanto más genuina y exótica resulta la experiencia, más aprendemos e interiorizamos lo vivido.

Por ello es habitual que los viajeros busquen como máxima ambición, aquellos destinos que se encuentran geográficamente más distantes, donde la influencia cultural de su lugar de origen sea imperceptible en un crisol etnográfico en el que la historia, antropología, geografía, naturaleza, arte y gastronomía juegan un papel fundamental.

En las últimas décadas, la evolución de la tecnología y la eficiencia de los grandes canales de información (televisiones, plataformas digitales, internet, cine…) nos han acercado como nunca a los lugares más remotos a través de imágenes y sonidos. Paisajes, festividades, expresiones artísticas y tradiciones de cualquier parte del mundo ya no nos son ajenas incluso estando sentados en el cómodo sofá de nuestra casa. De este modo, nuestros sentidos de vista y oído se ven estimulados sin necesidad de viajar físicamente a esos recónditos lugares.

Antes de visitar un destino, el turista de hoy ya se ha preparado y documentado, ha visto hasta la saciedad la naturaleza, monumentos, fiestas y rincones a visitar. Ha desarrollado su propia opinión sobre esos lugares sin haber estado en ellos y no es inusual que los idealice (las fotografías, vídeos y contextualización remota buscan explotar esa idealización para fomentar el turismo), llegando incluso a decepcionarse tras un idilio platónico a veces alejado de la realidad. Un claro síntoma de esto son los tan recurrentes comentarios del tipo “yo me imaginaba el monumento más grande”, “había tantos turistas que parecía un parque de atracciones” o “muy bonita la ciudad pero olía mal”.

Por ello, en los últimos años han cogido relevancia en las experiencias turísticas, aquellos sentidos cuya estimulación a distancia es más compleja: tacto, olfato y gusto. Aquí, el efecto sorpresa y el choque cultural se mantiene casi inalterado. Y en este sentido, el turismo encuentra en la gastronomía un aliado muy fuerte.

El poder que tienen la comida y la bebida de un territorio va más allá del sensorial. Nos habla del clima (sopas calientes en zonas frías como los Gulash de Europa del Este), de la historia de la zona (como las Tripas à moda do Porto), del entorno (tomando protagonismo alimentos locales, como las almejas del Clam Chowder en San Francisco), de la cultura popular (el Makgeolli coreano)… Y no es de extrañar que la diversidad gastronómica sea uno de los motivos más relevantes para elegir un destino turístico como así han señalado múltiples estudios nacionales e internacionales en las últimas décadas.

En este sentido, España dispone de más herramientas que la mayor parte de países competidores, ya que se encuentra en un enclave geográfico único, con una gran variedad de climas, geologías, alimentos y con multitud de influencias culturales que han configurado la que ya es nuestra tradición. Pero además de este acervo gastronómico milenario, la evolución es una parte fundamental de nuestra cocina. Desde la introducción de nuevos alimentos con cada cultura que ha configurado nuestra sociedad, hasta la más reciente vanguardia técnica en la que se han explorado y se siguen explorando nuevos sabores y herramientas que acaban dejando su impronta en la gastronomía internacional. Nuestra cocina está en continua transformación, redescubriendo nuevos alimentos de nuestra despensa natural, pero también incorporando asombrosas técnicas de vanguardia. Por ello la diversidad y calidad de nuestro recetario es inconmensurable, suponiendo un activo empresarial fácilmente capitalizable a través del turismo.

La diversidad geográfica y climática de la Península Ibérica y de nuestras islas, nos permite tener una de las despensas más diversas y de mayor calidad de Europa. Precisamente es el equilibrio entre el consumo de frutas, hortalizas, carnes y pescados lo que ha posicionado a las “dietas mediterránea y atlántica” como unas de las más sanas del panorama internacional, siendo además motivo principal de que los españoles tengamos la esperanza de vida más alta de la Unión Europea. No en vano, hace unos años España ha sido declarada como el país más saludable del mundo por la lista Bloomberg Healthiest Country Index y como el tercer país con la mejor dieta del mundo por la prestigiosa revista médica The Lancet.

Por tanto en España además de comer rico, se come sano y esto es un valor muy importante para explotar en un mercado internacional saturado de ofertas y en el que la apertura tras el cierre de fronteras ocasionado por la pandemia, está a punto de explotar. La gastronomía es un pilar fundamental de nuestra cultura y, quizás, nuestra mejor baza para una reactivación rápida y eficiente de la economía nacional.

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