El mercado del arte movió en 2019 64.100 millones de dólares. Es un activo refugio o un sector defensivo en tiempos de incertidumbre como los que vivimos porque a largo plazo una buena obra siempre se revaloriza. Detrás de este sector hay un sinfín de profesionales que garantizan las subastas, transporte, seguridad, conservación y exposición de las obras. Hoy Influyentes se fija en Feltrero División Arte, una empresa que nació hace 40 años en Salamanca especializada en el transporte de obras de arte y producción de exposiciones. Clientes como Fundació La Caixa, Fundación MAPFRE, Fundación TELEFÓNICA, el MNCARS, el Museo Nacional del Prado, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Centre Pompidou de Málaga, el MNAC y un largo etcétera se encuentran entre sus clientes más señalados. Además, reciben de sus corresponsales internacionales encargos para la gestión de préstamos nacionales en sus países de origen con proyectos en Tate Modern, Musée du Château de Versailles, Museum for Russian Impressionism o MoMA entre otros.
Silencio, pulcritud, higiene, temperatura, luz adecuada… todas ellas son características de las sensaciones que uno experimenta cuando accede a un área expositiva: sea en un museo, en una exposición en un espacio público o privado o en un espacio definido para una colección privada. Lo cierto es que tras el montaje de una exposición hay un trabajo meticuloso y cuidado que parte de un principio: la conservación preventiva.
En el proceso de manipulación, embalaje y transporte se producen muchos de los daños a los objetos, las obras de arte no son tan estables como aparentan ser y por eso es de vital importancia establecer un protocolo de actuación antes de su manipulación. Para ello, es necesario contar con profesionales especialistas que tengan en cuenta todos los detalles relativos al traslado: embalaje, transporte y posterior montaje, para evitar los riesgos que este proceso conlleva.
Con su centro de operaciones en Salamanca, la empresa dispone de más de 20.700 m2 en naves en todo el país, lo que le permite poder identificar y separar perfectamente cada tipo de mobiliario, enseres, expositores, catálogos y obras de arte.
En Feltrero la conservación preventiva es una máxima y el equipo especializado de personas que lo componen realiza un análisis pormenorizado de cada obra que hay que trasladar. “Hay una serie de normas generales – explica su manager Manuel Silva – como conocer las características, estado, la ubicación en origen y destino, que marcarán los pasos a seguir en un proceso”.
Los profesionales de Feltrero miden y realizan un análisis de la obra in situ para verificar el modo óptimo de embalaje y manipulación. “No es lo mismo trasladar una pintura al óleo de grandes dimensiones desde un edificio histórico situado en un centro urbano que una escultura contemporánea de varias toneladas de peso que una miniatura o un manuscrito”, señala Silva.
La importancia de la obra es independiente de su medio material pero los medios necesarios para su manipulación y embalaje difieren de manera notable. Por ejemplo, una escultura de acero de Richard Serra de varias toneladas de peso “probablemente se embale sobre pallets con una protección más somera que una pequeña pieza de marfil que irá en una caja con un acolchado interno o que un dibujo al pastel, que por sus características técnicas deberá embalarse y manipularse siempre en horizontal sin contacto con ningún material”.
Para realizar los embalajes se tiene en cuenta la importancia de la obra, su técnica y dimensiones, así como el modo en cómo va a ser transportada los factores determinantes para la construcción de un embalaje. Si el envío se efectúa por vía aérea el embalaje deberá ser mucho más resistente y seguro debido a la naturaleza de los propios procesos de trabajo en aeropuertos. Si el traslado es de corta distancia estas condiciones podrían “relajarse”, teniendo siempre en cuenta que una incidencia puede producirse en el ámbito más inmediato.
“La casuística es por tanto enormemente compleja y variada y solo una empresa con personal experto debería manipular estas obras. Cuando se trata de transportes con origen en internacional se confía esta labor a agentes especializados con los que trabajan las instituciones del respectivo país”, explica Silva.
Y llega la hora de transportar la obra. Éste, dependerá “obviamente” del origen de las obras, pudiendo realizarse en transporte aéreo, terrestre o, más raramente, marino, para lo que también se siguen una serie de protocolos y obligaciones. En el transporte aéreo se seleccionarán siempre vuelos con capacidad de carga adecuada, con frecuencias de vuelo suficientes, siempre vuelos paletizados y todas las operaciones en aeropuertos de salida/ llegada serán supervisadas. Hay que tener en cuenta que las bodegas de los aviones tienen unas dimensiones estándar y que determinadas obras por sus dimensiones requieren vuelos especiales como vuelos cargueros y, en algunos casos, aviones muy específicos con gran capacidad de carga como los Airbus 380-800 o incluso los Antonov, vuelos capaces de transportar cargas de enormes dimensiones.
En el transporte terrestre los vehículos reunirán una serie de requisitos imprescindibles: climatización, suspensión neumática, control por GPS, 2 conductores en todo momento, etc.
Custodia de las obras
La custodia de las obras es otra de las grandes preocupaciones de los poseedores de obras de arte. Las empresas especializadas cuentan con almacenes que cumplen los más exigentes requisitos de seguridad activa y pasiva: control por cámaras, sistemas anti incendio, seguridad 24 h/ 7 días, etc. Estos almacenes tienen tanto la función de posibilitar la pernocta y estancia de un vehículo en tránsito al destino final como, en un momento dado, de almacenar por un período de tiempo mayor o menor obras de arte. Llegado a este punto, las obras se custodian en una cámara especial, un búnker o estructura reforzada tanto en su construcción como en sus medidas de seguridad y protección.
Manuel Silva explica que en España los museos no suelen requerir este tipo de servicios, dado que las colecciones públicas tienen sus propios almacenes y no son partidarias (o no autorizan en absoluto) la estancia de obras de sus colecciones en almacenes externos. Esto es en buena medida por una razón de costes y, especialmente, por las coberturas de seguro, que se incrementarían notablemente. Es por tanto un servicio que en España está más restringido a colecciones particulares o al mercado del arte.
En otros países sí es una norma muy común, especialmente en Reino Unido, Suiza o Estados Unidos debido a que el mercado de arte y coleccionismo tienen un peso muy notable, “mucho más destacado que en el caso español”. Concretamente en Suiza, por las peculiaridades de su sistema fiscal e impositivo, el almacenaje de arte tiene un peso muy considerable en el sector, hasta el punto de que el Puerto Franco de Ginebra se puede considerar uno de los mayores “museos” del mundo ya que custodia una cantidad ingente de obras de arte y bienes de alto valor, desde joyas a vinos de colección.
Coleccionismo privado
Feltrero trabaja en España para destacadas colecciones privadas conocidas por todos gracias a su labor de mecenazgo y continua colaboración con instituciones públicas y trabajamos con ellas en numerosos proyectos. “Lo fundamental cuando se trabaja con coleccionistas privados -explica Silva- es la discreción más absoluta y entender que cuando trabajamos con ellos lo estamos haciendo en un ámbito privado y con frecuencia doméstico por lo que las molestias para el coleccionista deben ser mínimas”.
Extremar el cuidado y la pulcritud del trabajo, minimizar los equipos para no invadir la privacidad, atender a sus necesidades especiales como colgar o instalar otra obra en el lugar ocupado por la que ceden o acaban de adquirir son algunas de las pautas de trabajo imprescindibles con estos clientes.