Influyentes Cantabria

Tecnología a 20 euros que consigue reconciliar a ovejas y lobos

¿Es posible que lo único que ovejas y lobos necesitaran para firmar la paz fuese la tecnología adecuada? La ocasión de comprobarlo la ha creado un emprendedor, Adrián Collado, al desarrollar el primer collar que permite a la oveja repeler el ataque del lobo mediante ultrasonidos y descargas eléctricas. Cerca de 2.500 ganaderos han reclamado desde 2019 daños por ataques de estos animales solo en Cantabria así que el éxito de su patente llega al norte de España como caída del cielo. Eso sí, desde el cielo de los emprendedores: el Centro Tecnológico de Cantabria.

Es posible que, si un milagro diera a Félix Rodríguez de la Fuente la ocasión de felicitar a alguien, ese alguien fuera Adrián Collado. Y es que a pesar de declarar su amor a esta especie, Félix no dejaba de admitir como un mal inevitable la necesidad de controlar mediante la caza los daños al ganado, ante el riesgo de que el descontrol iniciara una política de matanzas indiscriminadas que acabara con el lobo ibérico.

Han pasado muchos años y la sensibilidad que Félix implantó en la sociedad española de los 70 ha crecido,  se ha multiplicado y no se conforma con cualquier respuesta.

Adrián Collado, empresario al frente de European Peaks Life, empresa dedicada a  la realización de trabajos en espacios montañosos de difícil acceso,  lleva siete años trabajando para resolver el problema que amenaza la viabilidad de negocios de ganadería y ocupa a quienes apuestan por sacar a este cánido de la lista de especies cinegéticas.

Su prototipo  es un paso de gigante en la tecnología que  usa la ganadería conectada. Sensores que ya no sirven solo para controlar las constantes del animal, geoposicionarlo o potenciar su productividad. Tecnología para salvar su vida.

Para ello ha diseñado un collar que la oveja porta y que se activa cuando su ritmo cardiaco se acelera ante una amenaza como es la presencia de un depredador. Y que, a un latido cardíaco determinado,  dispara la emisión de ultrasonidos inapreciables para cualquiera, pero suficientemente desagradables como para ahuyentar al lobo.

Pero ¿y si el hambre del depredador es más fuerte que su instinto de huida ante esta alarma? Entonces, al contacto con los colmillos, el collar emite una descarga eléctrica que causa dolor al lobo pero no a la oveja.

Y aquí es donde entran en juego las reglas del “acuerdo de paz”. Porque, cada vez que el lobo escuche de nuevo los ultrasonidos que el collar de las ovejas asustadas emite, asociará de inmediato este sonido al dolor de la descarga eléctrica y muy probablemente, desistirá de intentar un nuevo ataque. El objetivo a corto plazo es menos ovejas muertas. A largo, que el sistema de aprendizaje de los cánidos lleve a las manadas de lobos a buscar alimento lejos del ganado.

Pero, si está pensado para ahuyentar cánidos ¿no dañará el dispositivo de algún modo a los perros que pastorean a las ovejas? Tanto como a un humano somnoliento una desagradable alarma de coche que se dispara en mitad de una noche. Molestará a su oído pero nada más.

El prototipo básico en el que ahora trabaja Adrián Collado, dispone de tres módulos: uno de medición de frecuencia cardíaca en el crotal del animal, otro de disuasión de predadores y uno de protección, y podría comercializarse a no más de 20 euros.

El apoyo del Centro Tecnológico de Cantabria ha sido decisivo para pasar de un prototipo casero a una patente que se probará en otro tipo de ganado y que va a incluir nuevas funcionalidades. Puede que lo único que haga falta para materializar el proyecto que haría aplaudir a Félix Rodríguez de la Fuente, sea un poco más de tiempo y algo de inversión.

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