Por qué procrastinar en el trabajo afecta negativamente a la salud

Procrastinar, dejar las cosas para después, afecta negativamente a la salud y puede convertirse en un mal crónico. Así lo afirma el estudio Cigna Well-Being 360 según el que el estrés les hace olvidar cosas como tareas y fechas de entrega al 23% de los españoles. Además cerca de un 25% ha perdido el interés en actividades y cosas que antes solía disfrutar.

No es pereza ni poca gana de trabajar. Es  una falta de gestión adecuada de las emociones que tiene un impacto en la vida diaria de las personas que procrastinan, así como en su toma de decisiones y puede perjudicar el bienestar tanto como el desempeño en la actividad académica o laboral.

Cuando este hábito se alarga en el tiempo y llega a abarcar distintas áreas en la vida del individuo se deben de tomar medidas, ya que esta puede acabar siendo crónica provocando el desarrollo de problemas de salud física y mental. Si bien no se considera un trastorno, los niveles elevados de procrastinación se asocian con problemas más importantes, como un aumento en el estrés y la ansiedad por no llegar a tiempo con los plazos. También con un sentimiento de culpa añadido por evitar responsabilidades, además de otros problemas de salud mental relacionados con el ámbito emocional. En la mayoría de las ocasiones, a pesar de que el individuo reconoce que posponer una tarea que provoca ansiedad o inseguridad supondrá todavía más estrés en el futuro, el cerebro prioriza eliminar la amenaza en el presente.

 Cuando nos enfrentamos a una tarea que nos hace sentir ansiosos o inseguros, la amígdala de nuestro cerebro lo detecta como una “amenaza” que puede afectar a nuestra autoestima o nuestro bienestar y, por tanto, “secuestra” a nuestro “cerebro racional” impidiendo que podamos reaccionar ante algo que sabemos que, con certeza, nos va a causar más problemas de estrés en el futuro.

 Los expertos recomiendan medidas cuidar el bienestar físico y emocional. Una buena alimentación, sueño adecuado y ejercicio pueden tener un impacto significativo en la capacidad para enfrentar tareas. En este sentido, las rutinas y los horarios regulares proporcionan estructura y pueden ayudar a establecer hábitos más saludables. Además, transformar las labores monótonas y tediosas en rutinas facilita su ejecución, con el consecuente menor esfuerzo. Estas actividades, al convertirse en hábitos o costumbres realizadas de manera casi automática, el individuo cuenta con una rutina diaria y aumenta significativamente las probabilidades de completar con éxito las tareas pendientes.

También es recomendable marcarse metas claras y alcanzables. Definir objetivos específicos y alcanzables puede ayudar a tener un sentido de propósito y a reducir la ansiedad asociada con tareas abrumadoras. En este sentido, dividir las tareas grandes en tareas más pequeñas y manejables ayuda a que la tarea parezca más fácil de abordar. En este sentido, la “técnica del pomodoro” ayuda a mantener la concentración y evitar la sensación de fatiga al dividir el tiempo en bloques, por ejemplo, de 25 minutos de trabajo seguidos de 5 minutos de descanso.

Para los expertos, una buena idea contra la procrastinación es asignar una recompensa a las tareas. Al asociar la finalización de una tarea con una recompensa personal, se crea un sistema de refuerzo que fomenta la productividad. La anticipación de la gratificación actúa como un estímulo que contrarresta la tendencia a posponer las tareas, ya que el cerebro tiende a responder favorablemente a la promesa de un beneficio inmediato. Esta práctica ayuda a transformar el acto de trabajar en una tarea en algo más gratificante, lo que puede contribuir a mantener el impulso necesario para vencer la procrastinación.

La recomendación de apagar las notificaciones de los dispositivos electrónicos es beneficiosa no solo a quienes viven estas situaciones sino para todo usuario que aspire a conservar su salud.

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