Influyentes Cantabria

Comunicación Transformadora. Aurora García, Dircom de Triodos Bank

Lleva casi toda una vida en el mundo de la comunicación, como periodista, en medios, agencias y empresas. Especializada en comunicación corporativa y gestión de la reputación de las organizaciones y sus directivos, Aurora García se presenta con una declaración de intenciones:  “nunca dejaré de buscar retos que me emocionen personal y profesionalmente”. Asume ahora el de gestionar la imagen  que la sociedad española tienen de Triodos Bank, un modelo de banca con valores, basado en la transparencia y que hace bandera de su apuesta por  la rentabilidad financiera en paralelo a la social y medioambiental. Si alguien sabe cómo comunicación y banca pueden transformar el mundo, es Aurora García. Y te lo cuenta en Influyentes.

Desde el primer llanto hasta el último gesto de nuestra vida, las personas tenemos la facultad y la necesidad de expresar lo que sentimos, de pedir lo que nos hace falta, de compartir lo que pensamos o de provocar acciones o reacciones en otras personas.

La comunicación forma parte de nuestra naturaleza, como de la de otros animales, pero en los seres humanos puede ser también una fuerza transformadora, con capacidad para ofrecer información, intercambiar y confrontar puntos de vista, unir voluntades, mover conciencias y, por lo tanto, generar impacto.

En el Siglo XXI la dimensión de ese impacto se multiplica exponencialmente a través del altavoz enorme que es internet y los canales y medios cuya existencia y proliferación ha hecho posible y que se unen a los que ya existían. Cada uno y una tenemos la posibilidad sin precedentes de hacer llegar nuestra voz y nuestro mensaje tan lejos y tan alto como queramos. Y a miles (si no a millones) de personas. Por eso, la responsabilidad de que el impacto que creamos sea positivo o destructivo está más repartida que nunca. Pero también, y al mismo tiempo, podemos unir muchas más de esas voces con un propósito común.

El fundamento es el mismo desde hace siglos, pero ahora con muchos más medios y recursos. Para bien o para mal.

Asumo que hablamos de un futuro mejor, porque por lo menos ese es, desde luego, nuestro empeño. Así que tanto los individuos como las organizaciones tenemos la capacidad y el deber de impulsar cambios relevantes y la comunicación el poder de hacerlos reales a los ojos del mundo. Se trata, en realidad, de un proceso en el que un paso conduce al siguiente.

El primero es la coherencia, que va más allá de la tan repetida transparencia. Porque la claridad y la verdad no son suficientes, aunque sí esenciales, como valores propios de cualquier comunicación honesta y veraz. Se trata de hacer lo que se dice y decir lo que se hace y que entre ambos elementos no exista contradicción, sino un mensaje fuerte y avalado por el comportamiento.

He de confesar que, durante mi ya larga trayectoria profesional, algo que parece tan básico y sencillo ha sido una rareza hasta hace muy poco. En Triodos Bank, por fin, encontré un ejercicio auténtico de coherencia, intrínsecamente unido a la propia esencia del banco, en el que la dignidad de las personas, la vida y la salud del planeta están en el centro de la actividad de una organización cuya misión es financiar el cambio que hacen posible iniciativas y personas emprendedoras a través de proyectos culturales, sociales y medioambientales de la economía real.

Y ahí es cuando le llega el turno a la conversación, entendida como relación y comunidad. Una propuesta basada en compartir y aportar. No existe comunicación sin intercambio, el punto de encuentro de visiones y realidades diversas pero confluyentes que unen fuerzas en la búsqueda de soluciones.

En Triodos tenemos un fuerte sentimiento de comunidad, que trasciende a la de las personas que trabajamos en el banco y se extiende a todas aquellas que, de una forma u otra, comparten nuestra visión. Por eso son tan importante las relaciones entre iguales que cultivamos con nuestros clientes y clientas y entre ellos y ellas, así como con nuestros proveedores y personas y organizaciones aliadas, sin las que nuestro alcance sería mucho más limitado.

Después se produce (o no) el “milagro” de la conexión. Esa chispa única que no logramos siempre, pero que perseguimos sin descanso todos los y las profesionales de este oficio apasionante y a veces ingrato. Si no lo conseguimos, todo el esfuerzo habrá sido inútil o, en el mejor de los casos, algo más que higiénico o simplemente decorativo. Y muy frustrante.

Pero cuando lo conseguimos, llega el momento de la verdad y se abre la posibilidad real de que ocurran cosas, de que algo se mueva, de que avancemos hacia donde nos hemos propuesto. Por eso me obsesiona conocer a quienes nos dirigimos. Saber qué les interesa, qué quieren, qué necesitan, qué tenemos en común y cómo podemos responder con la empatía necesaria para caminar y trabajar codo con codo.

Y, por fin, fruto de lo anterior, puede llegar el cambio ansiado. Uno real y de calado, con impacto positivo en las personas y la sociedad. Los que se han producido a lo largo de la Historia, especialmente en la más reciente, lo han hecho por el poder de este concepto de comunicación, que ambiciona más que la mera transmisión de información y que implica identificación, vínculo, intención y, como consecuencia de todo ello, transformación y futuro.

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