El 72,7% de las mujeres que ha padecido situaciones de violencia de género prefiere no mencionar la situación en las entrevistas de trabajo, “por si pudiera perjudicarle” debido a prejuicios que las asocian a personalidades inseguras, dependientes o conflictivas. Sin embargo, el informe Violencia de género y empleo, de la Fundación Adecco, las define como perfiles conscientes de que el empleo es el gran recurso para salir adelante con autoestima e independencia económica. Por ello, su fidelidad y compromiso con el proyecto empresarial acostumbran a ser dobles. Además, se trata de personas que han desarrollado una serie habilidades emocionales, como la empatía, que se convierten en grandes fortalezas cuando se trasladan al ámbito empresarial. ¿Y si fomentar su inclusión laboral no solo fuera justo sino también rentable?
«Es necesario acelerar y normalizar la presencia de las mujeres víctimas en las empresas, ayudando así a hacer efectiva su protección integral”. Así opina Begoña Bravo, responsable del plan de Inclusión de la Fundación Adecco que por undécimo año consecutivo ha elaborado con la colaboración de 27 empresas el informe Violencia de género y empleo.
Bravo señala que “es completamente desacertado atribuir a estas mujeres unas características o personalidad concreta: las situaciones de violencia de género nunca son ocasionadas por la forma de ser de la víctima, sino siempre por el comportamiento y decisión del agresor y prueba de ello es que no existe un perfil de mujer víctima de violencia de género, sino que cualquier mujer puede sufrirla. En lugar de caer en el estigma, es preciso brindarles todo nuestro apoyo, siendo el empleo uno de los elementos por excelencia para que puedan reconducir sus vidas y salir adelante”.
Pese a ello,la mayoría de las encuestadas (55,5%) lleva más de un año en desempleo, siendo los principales obstáculos para encontrarlo la inseguridad y la falta de confianza (65%), el temor a ser localizadas por la persona agresora en el puesto de trabajo (44%), la incompatibilidad de horarios para hacer frente a sus responsabilidades familiares (33%), la ausencia de medios digitales para buscar trabajo (30%) y el desconocimiento a la hora de definir una estrategia de búsqueda de empleo (21%).
El desempleo intensifica la vulnerabilidad de las mujeres víctimas de la violencia de género, que se ven desprovistas de recursos económicos e independencia, experimentando además una merma de su círculo social y autoestima.
Un 97,3% de las desempleadas víctimas de la violencia de género manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes y el 64,2% se plantea trabajar de forma irregular, debido a la urgencia de ingresos para cubrir gastos esenciales.
En 2022 se alcanzó el máximo histórico en el número de denuncias por violencia de género en Cantabria. En concreto, se interpusieron 2218, un 21,3% más que el año anterior y un 32,9% más que en 2020. Esta tendencia ascendente sigue presente en lo que llevamos de 2023 (datos primer trimestre), cuando se ha registrado un incremento del 21,6% con respecto al mismo periodo del año anterior en la Comunidad.
Por comunidades autónomas, Navarra (56,5%), Extremadura (33,4%) y Castilla y León (25,6%) son las regiones donde se han registrado los mayores incrementos de denuncias por violencia de género.