Empezar de cero: un desafío en tiempos convulsos

Javier Peláez, profesional de recursos humanos, consultor estratégico de empresa, mentor de acompañamiento en recolocación laboral y coach directivo en España y Latinoamérica.

No es fácil, lo sé. Y quizá en estos momentos menos que nunca. Estamos envueltos en una era caótica y llena de desafíos cambiantes e impredecibles.

Pero empezar de nuevo se ha convertido en una obligación para todos nosotros. Muchas personas han visto como todo lo que han construido se ha venido abajo.

Una tragedia sin paliativos.

En todos estos años de profesión, he acompañado a multitud de profesionales que se han visto fuera del mercado laboral porque alguien, muy lejos de aquí en ocasiones, decidió realizar una reestructuración en la empresa donde venía trabajando desde hacía décadas.

El impacto emocional es brutal, seguro que sabéis de lo que os hablo. Muchos de nosotros hemos vivido en primera persona esta sensación, o tenemos algún familiar o amigo que lo ha sufrido. Parece que no hay «más allá», pensamos que ya no hay futuro. La mente se nubla de tal manera que nos lanzamos infinidad de mensajes negativos, y nuestras autolimitaciones nos paralizan, nos impiden continuar. La desesperación, la tristeza, acompañada de ira y desconcierto, se apoderan de nosotros.

Sí, sé que es difícil. En estos últimos 15 años he podido acompañar en su transición de carreras a cientos de profesionales de diferentes nacionalidades y ubicación geográfica que se han visto en esta misma situación, y acudían a mi como si fuera ese ángel salvador que les pudiera sacar de la pesadilla del desempleo.

Ha resultado todo un reto no frustrar expectativas, y acompañar en su duelo que en estas primeras etapas estaban sufriendo, cuando les acaban de desvincular, porque el miedo les paralizaba y lo impregnaba todo.

Maldita sensación.

Transición de carreras y acompañamiento profesional

Lo primero y más importante. Debemos de tener presente que las fases de este «proceso de duelo», son equiparables en muchas ocasiones a las situaciones de pérdida de un familiar cercano. La negación, no comprender el porqué de la situación, el desaliento, la depresión en muchos casos, mezclados con sentimientos de ira y rabia contenida, son comunes en uno y otro trance. Y cuando acumulas años ayudando a personas que están pasando por todo ello, te conviertes en protagonista de excepción de centenares de testimonios, con nombres y apellidos, a cada cual más desgarrador y dramático.

Han sido muchas las organizaciones con las que he venido colaborando en estos últimos 15 años para ayudar a sus profesionales en este traumático proceso.

He tenido la oportunidad de acompañar a directivos y mandos intermedios desvinculados que me han solicitado a nivel personal y desde distintos lugares del mundo, un acompañamiento profesional que les permitiera ver la luz en ese momento angustioso de su vida, y volver nuevamente a ilusionarse, diseñando sus objetivos profesionales desde la serenidad y mostrándoles cómo hacer las cosas en un mercado de trabajo global y sumamente competitivo.

Sesiones individuales y colectivas

La metodología de cualquier Plan de Recolocación Laboral, que deberá de tener una extensión mínima de 6 meses, consiste en el diseño y ejecución de una serie de sesiones individuales, intercaladas con sesiones colectivas de formación y refuerzo, en las que pretendemos conocer, antes de nada a la PERSONA, con mayúsculas, no solo recabar todos sus datos personales y profesionales, formación, experiencia, habilidades y conocimientos, si no también y más importante, analizar el estado emocional que tiene en la actualidad, ayudarle a elaborar un balance personal sincero y lo más detallado posible para que las fortalezas pero también las debilidades puedan ser detectadas por él mismo.

En definitiva, será esencial situarnos de manera adecuada en el punto de partida, ese «conocerse así mismo», para propiciar posteriormente un desarrollo que nos permita alcanzar las metas fijadas de manera consensuada.

Durante las sesiones posteriores semanales, acompañaremos y orientaremos a la persona para que de una manera consensuada y evitando frustrar expectativas inalcanzables, podamos entre ambos fijar objetivos que sean medibles, alcanzables, realistas y sobre todo que en un periodo de tiempo podamos ver los resultados y los ratios de cumplimiento acordados con la empresa.

Porque el proceso de Outplacement, no es simplemente una recolocación laboral. Es mucho más que todo eso. Esto se debe de dejar bien claro desde el principio a las personas que participan en el programa.

Nunca digas nunca

Hace ya algunos años, tuve la ocasión de acompañar en calidad de coach laboral y consultor de recolocación a cientos de profesionales que provenían de multinacionales y grandes corporativos y que habían sufrido expedientes de regulación de empleo extintivos, y por ende, habían sido objeto de sus correspondientes desvinculaciones colectivas. Estaban en la calle, muchos de ellos sin estudios ni preparación, con familia, hipoteca(s) y demás obligaciones económicas. Y claro, lo que pude ver allí fue algo que me conmovió y me toco de por vida.

Fue tanta la empatía derrochada en cada sesión individualizada con cada una de estas inocentes víctimas del sistema, que en una de aquellas inolvidables mañanas de sesiones ininterrumpidas de intensidad emocional al límite, mi cuerpo y mi mente dijeron basta, y me vi envuelto en una pesadilla que jamás vi venir, a las puertas de una sala de urgencia en un hospital cercano víctima de una sobredosis de empatía, en forma de ataque de ansiedad brutal.

Primera lección aprendida: para poder ayudar, los que nos hemos dedicado toda nuestra vida a trabajar en desarrollar personas, y acompañar a profesionales, debemos de saber poner límites y cierta distancia, o nos haremos un flaco favor, porque ni seremos capaz de aportar soluciones de calidad y hacer bien nuestro trabajo, ni nos libraremos de contagiarnos de tremendas situaciones que viviremos, por error (enorme error), como nuestras.

Fue de tal impacto aquella experiencia, que cuando finalicé este proyecto y me contrataron para encabezar uno muy diferente en otro tipo de institución, me prometí no volver a acercarme a este mundo de la transición de carreras y de la recolocación laboral. No solo lo prometí, sino que en el capítulo XII «El hombre orquesta» de mi libro «Manual de Supervivencia» Editorial Librucos 2015 dedicado enteramente a esta época profesional y a estas funciones de acompañamiento profesional que he desarrollado durante gran parte de mi carrera, lo dejo plasmado por escrito. «Nunca más volveré(…)»

Iluso de mi… no he hecho otra cosa durante todos estos años que seguir acompañando, y llevando a profesionales de toda condición de nuevo al mercado laboral, dotándoles de las herramientas precisas y habilidades que les pudieran servir a lo largo de toda su vida.

Y a fe que en muchos casos lo he logrado, y no hay recompensa más importante para mi, saber que al menos, toda esta implicación emocional y empatía que se precisa cuando comienzas a trabajar con la persona que deposita en ti la confianza plena para volver a empezar de cero, tiene su recompensa.

Esto, creedme, no tiene precio y me lo llevaré siempre conmigo.

Hoy, por muchos años que pasen de cada proceso de acompañamiento laboral con alguien, de aquellos maratones interminables de penurias y desconsuelos, muchos me siguen llamando, escribiendo, confiando de nuevo en mi persona, y con el orgullo del deber cumplido, y de no haberme dejado nada dentro, entregándome cada segundo a la causa de lograr una nueva oportunidad para cada persona, una nueva oportunidad para poder seguir adelante.

De aquellas experiencias, aprendí muchas cosas. Muy valiosas. La primera de todas, es que nos equivocamos si pensamos que la «cuerda» nunca se rompe, que por muy fuertes que nos creamos o sintamos, nuestro cuerpo y nuestra mente tienen un límite, y nunca será buena idea ponerlo a prueba sin límites.

Que ayudar al prójimo, que desarrollar personas y acompañarlas hacia el objetivo para encontrar juntos el camino para construir un nuevo futuro esperanzador en el mercado de trabajo, es lo de lo más reconfortante que un ser humano puede hacer en esta vida. Porque nadie dice que tratar con personas es fácil, al contrario, se trata de un arte, una destreza para la cual nadie nos forma a lo largo de nuestra vida, cuya habilidad se debe ir adquiriendo con mucho tesón y paciencia, aprendiendo de los errores que por el camino sin duda cometeremos.

En definitiva, gestionar personas, desarrollar sus habilidades y competencias, empoderarles y dotarlas de todas las herramientas para que puedan salir adelante en su carrera profesional reconforta el espíritu y alimenta el alma. En definitiva, cada persona se convierte en una experiencia única, que marca de por vida, y te permite recordar cada nombre y apellido, cada rostro de todos los cientos y cientos de personas que en todos estos años he ayudado, y con los que tuve la suerte de coincidir y de acompañar en aquel agónico momento de su vida.

El comienzo de una nueva vida

Si tú eres una de esas personas que necesita empezar de cero por voluntad propia, porque no aguantas el liderazgo tóxico que impregna tu organización, o no te aporta lo más mínimo lo que haces, o por que simplemente has tenido la valentía de dar un paso adelante y salir de la mediocridad y la rutina del miedo, ENHORABUENA. Estás más cerca de alcanzar tu libertad como individuo de este mundo encorsetado. Te regalarás una nueva vida. Felicidades.

En cambio, si eres de esas personas que lo está pasando mal, que se siente perdido envuelto en procesos de desvinculación, que has sido objeto de un expediente de regulación de empleo, tranquilidad… estás mucho más cerca de crecer como persona y profesional, te encuentras a las puertas de una nueva fase, seguramente mucho más feliz que la anterior. Nuevas metas, nuevas experiencias y un océano de oportunidades ante ti. Felicidades igualmente, algún día me darás la razón, aunque la oscura nieblina que cubre tus ojos bombardeando la mente de miedos e incertidumbres, te lo impida ver en estos momentos. Los cambios son necesarios para seguir viviendo.

Y es que hay una frase con la que se hace oportuno terminar este artículo, que resume perfectamente la otra cara de esta situación, y que nos permite extraer lecciones muy valiosas y positivas para nuestro futuro.

Decía Sir Ernest Henry Shackleton, explorador polar anglo-irlandés y una de las principales figuras de la exploración de la Antártida, que «Las personas no se hacen a partir de fáciles victorias, sino en base a grandes derrotas»

Poco más que añadir.

Comparte:

Scroll al inicio